¡No piense que los distintivos alimentarios se han creado solo para adornar el envase de un producto! Por el contrario, encarnan unos símbolos sólidos de calidad, seguridad sanitaria y desarrollo sostenible, aspectos cada vez más valorados por los franceses a la hora de hacer la compra o de comer fuera de casa. En esta última faceta, las condiciones de cría y los modos de producción responsables también se han convertido en algo fundamental.
¡VIVAN LAS SIQO*!
Los distintivos alimentarios europeos llamados «distintivos oficiales»* primero se registran en la Comisión Europea y luego se gestionan a nivel nacional.
En Francia, los Ministerios de Agricultura y de Consumo y el Instituto Nacional de Origen y Calidad (INAO) son los encargados de tratar estos expedientes. Los distintivos alimentarios oficiales son una garantía de calidad para los consumidores que se preocupan por una alimentación sana y responsable, así como para los restauradores que desean satisfacer las expectativas de sus clientes.
Con la promulgación de la ley Egalim y de su artículo 24, Francia va muy adelantada en este campo, ya que ahora obliga a los restaurantes colectivos a abastecerse con productos sostenibles y de calidad en un 50 % de sus alimentos como mínimo, con al menos un 20 % que proceda de la agricultura orgánica («AB»).
En total existen 6 distintivos reconocidos oficialmente por el INAO, pero hay otros muchos creados por iniciativas locales, privadas o asociativas, como Fairtrade, Bleu Blanc Cœur, Ecocert, Producteurs paysans que garantizan, en mayor o menor medida, un comercio justo, un beneficio nutricional o unos ingresos más equitativos para los diferentes agentes de los sectores. Otros son públicos, como los distintivos «Oeufs de France» o «Pêche durable», creados para reconocer las iniciativas a favor de la trazabilidad de los productos o del medio ambiente.
La crisis sanitaria ha reforzado la preferencia de los comensales por los productos con un origen conocido y una calidad probada… Un estudio reciente de GECO Food Service llevado a cabo en plena pandemia muestra, en efecto, que los consumidores desean controlar más los productos alimentarios que compran, así como dar prioridad a los productos franceses (56 %), locales (49 %), caseros (56 %) y los productos de gran calidad, en general.
ALGUNOS EJEMPLOS FRANCESES, EUROPEOS E INTERNACIONALES
Entre los distintivos oficiales, la DOP (denominación de origen protegida) garantiza una vinculación muy sólida con su tierra.
En Francia, la DOP afecta a muchos productos lácteos (más de 45 quesos, mantequillas, cremas), así como a frutas y hortalizas como la cebolla de Roscoff, las aceitunas de Nyons, los higos de Solliès, la uva chasselas de Moissac o las nueces de Grenoble. En Italia, algunas variedades de tomates o el gorgonzola, la feta en Grecia o el gruyer en Suiza son igualmente DOP.
En cuanto a las IGP (Indicación Geográfica Protegida), la alubia blanca de Vandea, o «mogette», o la ciruela pasa de Agen son IGP francesas, así como el Scotch Lamb es una IGP británica y la Bayerische Bier es una IGP alemana. Algunos productos de fuera de la Comunidad Europea también se benefician de una IGP, como el café de Colombia o el té Darjeeling de la India.
La ETG (Especialidad Tradicional Garantizada) certifica que un producto se ha elaborado según una receta tradicional, como es el caso de la mozzarella en Italia o los mejillones de bouchot en Francia.
No obstante, no todos los alimentos pueden aspirar fácilmente a una DOP, IGP o ETG. Por ello, suelen ser los sectores los que se organizan para poner en valor su producción y garantizar a sus clientes una calidad trazable, desde el campo o la explotación hasta la mesa.
LA CALIDAD DE LOS HUEVOS: EL COMPROMISO DE TODO UN SECTOR
Los huevos son un claro ejemplo de lo que un sector puede hacer para destacar la calidad de una producción, a la vez que responder a las expectativas de los consumidores. En 2016, la asociación interprofesional francesa del huevo, primer productor europeo, se embarcó en un proyecto gigantesco que dio lugar a un Contrat Sociétal d’Avenir (Contrato Social de Futuro). Esto respondía a la voluntad del sector de adaptar sus modos de cría a las grandes expectativas sociales, ya muy marcadas antes de la crisis sanitaria. El objetivo era alcanzar un 50 % de gallinas ponedoras en explotaciones alternativas a la jaula acondicionada desde aquella fecha hasta 2022.
Actualmente, se está cumpliendo este ambicioso reto, ya que Francia tiene algo más de una gallina de cada dos en explotaciones alternativas (53 %), con dos años de antelación sobre sus objetivos. La cría en pajarera, ecológica y al aire libre han sustituido en gran medida a la jaula, a pesar de los costes generados por esta transformación. Afortunadamente, cuenta con el respaldo del público, ya que en 2019, el 85 % de los franceses dijo estar dispuesto a pagar más por unos huevos alternativos**.
De aquí a 2022, se espera igualmente que la producción de huevos ecológicos aumente un 50 % y que la población de las gallinas ponedoras de Label Rouge aumente un 20 %.
UNAS EXPLOTACIONES EJEMPLARES
Otro de los objetivos que ha puesto en marcha el sector es llevar a cabo acciones en beneficio del bienestar animal.
Si el despique está permitido para las gallinas en suelo, al aire libre y de crianza orgánica, tal como lo indica la asociación CIWF, los criadores se centran ahora en:
– las perchas (con un mínimo de 15 cm por ave),
– la presencia de camas de paja (secas y desmenuzadas) que favorecen los baños de polvo (necesarios para eliminar los parásitos de forma natural),
– la luz natural,
– la presencia de al menos cuatro sustratos de picoteo diferentes (para 1 000 gallinas)…
Todas estas acciones se llevan a cabo para producir los huevos de código 2, que proceden de gallinas criadas en suelo en naves donde ya no hay jaulas. Y en este contexto, las gallinas necesitan naturalmente explorar, picotear, posarse, rascar el suelo e interactuar con sus congéneres. La marca Cocotine (Eureden Oeufs) ha decidido, por ejemplo, ir más lejos a la hora de valorar las necesidades de las gallinas y de mejorar sus condiciones de vida con la creación de la gama «Gallinas en suelo, bienestar animal» que tiene en cuenta todos los parámetros.
Por último, es importante saber que las ponedoras francesas se alimentan, en su mayoría, sin OGM y se tratan (cuando es posible) sin antibióticos.
El sector pone en marcha asimismo nuevas herramientas para facilitar la medición del bienestar animal. Se ha desarrollado una aplicación móvil para los criadores que permite realizar estas mediciones y que va acompañada de un catálogo de consejos de mejora.
Por último, el distintivo Œufs de France constituye también una garantía de calidad. Llama la atención sobre todo el sector francés del huevo: desde las plantas de incubación hasta las empresas de envasado y transformación de los huevos, pasando por los criadores y los fabricantes de piensos. La trazabilidad de los Œufs de France va desde la planta de incubación hasta el criador de gallinas ponedoras, y todos los movimientos de los animales se controlan desde el momento en que las aves entran en una nave hasta que salen de ella. El proceso se comprueba mediante autocontroles, así como a través de organismos terceros independientes. Una garantía total en beneficio de la seguridad sanitaria y del origen del producto, que satisface las evoluciones de nuestra sociedad y las expectativas de los comensales.
* SIQO (marcas oficiales de identificación de la calidad y del origen) como DOC/DOP, IGP, ETG…
** Estudio CNPO/CSA 2019