En cuanto a la esperanza de vida en Francia, hay dos datos importantes que se deben tener en cuenta en los últimos 60 años según el Centro de Observación de la Sociedad francés:
- La de los hombres ha aumentado 14 años y llega a los 79,5 años;
- La de las mujeres se ha incrementado igualmente en 14 años y alcanza los 85,4 años;
- En 2019, la de los hombres era igual a la de las mujeres en los años 80.
La deshidratación y desnutrición son riesgos a los que está expuesta la mayoría de las personas mayores. Si la actividad física y la serenidad pueden ocultar los efectos de la edad, se debe vigilar su nutrición. Entre las personas con buena salud, los afectados por la diabetes y otras enfermedades o los que sufren un debilitamiento «natural» debido a la edad, hay que ser capaz de adaptarse.
Identificar a las personas mayores de «poco comer» y ocuparse de ellas con rapidez
Sigue siendo indispensable vigilar a las personas mayores para limitar los riesgos de exposición a la desnutrición o la aparición de enfermedades relacionadas con la pérdida de peso. Algunos centros, como las residencias de ancianos dependientes o las residencias de mayores, han puesto en marcha programas adaptados para reconocer a las personas en riesgo de desnutrición, con la nostalgia alimentaria como una de las posibles causas. Este contexto ha sido objeto de un experimento científico en Borgoña, realizado por el Hospital Universitario de Dijon y el INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica francés).
Tras un seguimiento de casi 6 meses entre una residencia de mayores de «control» y otra «experimental», los investigadores han podido determinar una capacidad significativa para detectar problemas nutricionales, pérdidas de peso y alertar al personal sanitario. Gracias a un programa de este tipo, en el futuro será mucho más fácil determinar si la persona mayor es o no propensa a la nostalgia alimentaria. Dicho de otro modo, ésta pierde el apetito, no por una patología concreta, sino porque el placer que experimentaba en la infancia durante las comidas ya no lo siente actualmente. Así es más fácil poner en marcha unas soluciones para que las personas mayores recuperen las ganas de comer.
Dar de nuevo a las personas mayores las ganas de comer
Desde un punto de vista psicológico, a las personas mayores les resulta más fácil comer platos que les recuerden su infancia y les traigan buenos recuerdos. En efecto, la alimentación es un acto con una gran connotación cultural y está fácilmente vinculada al sentimiento de nostalgia. Comer alimentos y platos conocidos resulta especialmente tranquilizador para las personas mayores, que se sienten vulnerables por naturaleza debido a su salud o a sus capacidades físicas reducidas.
Los cocineros salen ganando cuando se inspiran para sus menús en los platos tradicionales y regionales o incluso en las preparaciones de la infancia más sencillas, como los gofres o los crepes. El sentimiento de nostalgia al saborear un plato antiguo sigue siendo una experiencia fundamentalmente positiva y contribuye a reforzar la confianza en uno mismo, lo que solo puede tener efectos beneficiosos para las personas mayores. En cuanto a lo salado, algunas recetas intemporales son especialmente bien acogidas en los platos de las personas mayores y les abrirán el apetito sin ningún problema. Hay algunos alimentos imprescindibles, como los huevos pasados por agua, que tienen además la ventaja de que todos los pueden ingerir, incluidas las personas con problemas de masticación.
Platos «como en casa»
Si, desde un punto de vista técnico, es necesario realzar los platos consumidos con especias y materias grasas, también es prudente jugar con el aspecto psicológico de la comida y con la visión que las personas mayores tienen de ella. El objetivo es hacer que se sientan totalmente cómodas al ofrecerles un servicio de alimentación lo más parecido posible al que podían encontrar en sus casas y sobre todo durante su infancia.
Por ello, es muy interesante aprovechar el carácter sociable del que gozan naturalmente algunos platos: la blanquette de ternera, por ejemplo, o el bœuf bourguignon recuerdan a menudo las concurridas mesas de la juventud. En efecto, no hay que subestimar la fuerza de las funciones simbólicas que desempeña la comida desde la más tierna infancia. El plato que se sirve en la mesa ya no es solo un alimento que hay que ingerir para responder a las necesidades fisiológicas, sino una auténtica ocasión para evocar recuerdos intensamente grabados en la memoria y revivir todo un pasado, a imagen de la célebre madalena de Proust.